SAN PABLO DEL METATARSO
Y contaba Doña Pilar, que tenía unos pechos perfectos, duros, al aire, al viento, al sol… Teníamos dieciséis años y la soñábamos… al pronto llegaba el Padre Segundo, que era el encargado de las clases de religión y ética, o sea lo mismo de lo mismo, contado por el bajito adorador de Onán.
Había un verdadero grupo de beatas mal entrenadas en la vida cotidiana y dedicadas a competir y criticar a los demás. Eran capaces de follarse a un tercero, enseñarlo, y que las demás valorasen el peculio, eso sí, volviendo con el que siempre las quiere, cree y consiente, y con cuidado para que el respetable no sacuda su blancura al viento, petición de vuelta al ruedo… ¡el rabo ya se lo habían comido en el ascensor de subida!
Hay quien habla de la Corona de Pablo (ORONA PAULENSIS), se referirían a la de los dientes, como la de Elvis, que se subastó por 500 pavos, y quedó desierta de caries y pago. Y, los de catequesis hacían unas cosas muy raras. Leían un texto como el de un envoltorio de chocolatina, y daban cuatro datos zafios, mal enlazados y que atribuyen poderes a los que nombran, poderes como los de TAMARIZ. Lo llaman iglesias, tabernáculos, centros de reunión, iglesias de los últimos días a las tres menos cuarto, de la penúltima cena, los de la cena con Magdalena… de coña… ¿qué están buscando los seres humanos? ¿Cómo se atreven a hablar de la conversión y de la fe de Pablo con esas formas?
¡Ay me he acostumbrado de la forma que me hizo el amor, tuvo que ser un pecado…!