Gusto

El Gusto es una convención, el mal gusto una realidad

TOCANDO EL CIELO

Con los dedos, las palmas de las manos, la piel de mi corazón, toco un cielo lleno de nubes que separo soplando con fuerza, mi fuelle se funde con un ruido que no es perceptible, pero que lo inunda todo.

Me encanta montar proyectos de poco más de un folio, que luego hay que hacerlo por triplicado, y lo que se cuenta en ese espacio es lo esencial, no el aditivo.

Einstein desarrolló sus grandes teorías en un folio de universo y curvas.

El cielo, que con minúsculas es ese sitio al que miramos para observar… mi Cielo, tú Cielo, Ella… es el Cielo. Los hombres seguimos soñando imposibles, y luchamos contra nuestros sueños, ponemos un cielo por medio para no escapar allá de donde vienen nuestros genes, o eso nos dicen en la moderna expresión interpretativa de las teorías de los antiguos astronautas.

He tocado el Cielo. He conocido un Cielo al lado de mil infiernos. Quien tiene acceso a un Cielo en el que poder descansar, tiene el tesoro de poder vivir todos los recuerdos tenidos y soñados, o teñidos y sonados, que a todo se le puede dar la vuelta. Ayer tocaba en mis sueños el Cielo desde el universo, y era blandito, como una piel, que es la que mueve el impulso de nuestras vidas. Al mirar al Cielo, todos, sin excepción, buscamos la respuesta a lo que nos asusta y nos hace perder el norte.

Buscamos las respuestas allí donde nos llevan nuestros sueños.