Gusto

El Gusto es una convención, el mal gusto una realidad

MAMÁ QUIERO SER ARTISTA

El recuerdo de las pensiones llenas de humedad hasta la mitad, el olor a sueños por llegar, anhelos que cumplir, devolver el esfuerzo de una casta, de una historia. ¡Hija que arte tienes! Y cuando no ¡saca la guitarra. Lo hace mejor que el de Lucía! Los padres, por qué nos traspasan sus pequeñeces, por qué se equivocan… Pero, se lo debo, y me lo debo. Es un eterno caminar desde la barriga de mamá.

¡Todo llama la atención de lo no percibido! Delante del televisor, esperando a que el próximo anuncio sea el mío. Es mi modelo favorita. Y que carita pone cuando el niño cae al suelo… en mis relatos oníricos la casa se queda pequeña. Nunca contestas tus cartas, y eso que las escribes encima de las armas de un soldado que quiere morir de viejo, con las botas puestas, con el corazón entregado. Dejó todo para salir detrás de un sueño, no lo alcanzó, y se convirtió en una roca que el mar desoye en sus duras galernas. Ella, a su lado, pelea por caminar hacia un mundo corregido en ilusiones, distanciado de las miradas burlonas.

¡Sería capaz de volver a padecer de esclavo, arañando las fachadas nabateas. Porque ella se convierta profundamente en su esencia, en la nuestra! Sólo con un roce se ajusta el campo de visión, se escandalizan los tejidos neuronales. Gesto de levantar el pelo que se eriza para defenderse, sólo ocurre cuando no coinciden el tiempo, el espacio, y las interposiciones de los colgados del nuestro. Espejo de mis actos, devolverá el reflejo más claro de un acto que pasó, que pasa hoy, y que se reunirá con el resto de las esencias de aquel universo, de uno de los millones e irrepetibles, de uno, de cualquiera de ellos.

 

En el tiempo, segundos que redimen toda una existencia matusaleniana. Somos ocho, son las ocho, dicen que falta mi visión, mi esencia, la que tiene que terminar por informar lo que tenemos que entregar, hacer, amar, desplegar. Su queja es que Ella me cegó. Hoy mi retinopatía de amor acaba acoplando mi humor acuoso a su imagen. No la quiero borrar. No, es un instante, reúne el aroma de un destello bañado de tricolor, que confunde un arco iris de grises tornados, a la música sublime de las Goldberg. Como fuera o fuese, o sería o seriese, sólo escribió para él. Nunca masturbó sus conceptos físicos en la mezcla con el honor de su dios.

Leones que sólo desean derramar su podrida descendencia y decadencia en el fondo de un látex. ¡Yo sí creo en ti mi respetada señora de las Tablas! Aunque seas un sueño, es algo que llevo dentro, no me lo unta el degradado de la edad. En los ojos rasgados por un dolor que acompaña sus sueños, descansa la falsa realidad. No cedas nunca tus amores, los que son tuyos, los que nada ni nadie te puede negar, esos que salieron del fondo de tus entrañas. El resto es parte del decorado, lo esencial es Ella. Y, Ella en su Torre del Oro, secuestrada de amor, en busca de lo que le han negado, en el peor momento, cuando menos lo puede entender… Consigues el éxito, y les tienes que abandonar, y un día van a contar todo lo que no vivieron, las mentiras, en el couché del odio y la infamia. Mientras, corres con tu maleta en busca de una habitación. Allí el pelo reconoce que empieza a llegar el momento de despertar. Dormir eternamente no genera descanso, aniquila al Ser y sus intenciones de vivir. Pero hay que seguir en la brecha. ¡Me ofrecieron para ir de mesonero! Que buena leche, que idea de vida, me entra la locura. El desbordamiento del Guadalmina produce avenidas que nunca llegan al mar. Mis llantos, mis ojos, me duelen las lágrimas que ruedan por tu mejilla. No saben, son de luz, de amor, se empiezan a dislocar… quiero que respires mi voz, y poder acariciar tu vientre pleno de vida, asomarme a los abismos de tu luz, columpio de libertad en los juegos de una niña que es mujer, pero a la que tendrá que recordar donde no la vivió. El estrecho mundo del arte, nada tiene que ver con el arte de vivir. En el camino, por las trochas y las atalayas se adorna nuestra locura, la mía, y la de aquellos que por una buena noche fichan y destruyen el orgullo del tesoro de la abuela. ¡Lo vendí. No tengo más!

El Séptimo arte levantó a mi tío el titiritero, e hizo que su empeño creador le empujase a mal criar a una pequeña caterva de seres incapaces. No se podían reconocer. Lo intentaron, pero fallaron. Amaban con los ojos vendados, no querían prometer a la luna un sueño que no les iba a devolver. Y regresaron a la farándula del funcionariado. ¡Mi padre fue peón de hacienda, mis hijos pusieron tiendas, y mi nieto es funcionario! ¡Ay Emiliano Zapata!, o Ernesto Sánchez. Hoy, a mi amado Sánchez, mascota inseparable de sus patronos, al que cambiaron el nombre, Sunset, Sánchez, problemas de pronunciamiento, que no de pronunciación, que esa quedó encima del aparador. En la mesita baja hay una foto de papá en la mili, abandoné aquella luz por la penumbra de un sueño, que matará mi luz real que es la que llevas dentro. Hoy sólo te queda la huella del polvo acumulado por escasez de gafas de graduación temprana.

A mi también Esteso me chupó un pezón. Y aquello fue el anuncio de la caída de un imperio en el que el empujón del macho es necesario, para que se vean las reales dotes de quien sobra y gusta de interpretar.

Un mundo plagado de sombras en las que las niñas llegadas de provincias, para debutar en un rancio Madrid, que nada tiene, que nada tuvo, y que no podrá retener, acaban pisando con caras de peponas un presente que no les une a ninguno de sus desvelos. El sueño es el que tiene que empezar AHORA. Entonces ¡No puede estudiar la lengua de Shakespeare, Moliere! Cago en… Don Camilo, La Colmena, José Luis, López, Vázquez, Sánchez, Bonilla… Una lista interminable de amores que nunca deben ser olvidados. Aquel del cameo puede ser mañana el Eidolon que replique a nuestro amado Alfred, o era Alfredo, aquí dejo mi corazón entre bambalinas, con hielo en el alma, desamor y la mejor interpretación:

¿El Goya es para?

Siempre tuyo. El mejor ÓSCAR es recibir el amor de los que no sabemos que están, pero que lo reciben. Sin caras, sin locuras. Amor puro al que diré: Adiós amor. En un retorno esperado y no respetado: Hola locutora, cúralos. Está en tu mano.