Gusto

El Gusto es una convención, el mal gusto una realidad

PEYUYE EL BARRAMEJO

Se cumplen los años, que pasan y no pesan. Estaba en el aeropuerto esperando, en todo momento hay gente dando vueltas en este planeta terminal. Recorrí los cielos verdes de la Selva, buscaba una luz, la Luz… No llega, todo está a oscuras.

He asistido a unos desposorios llenos de amor, de cuerpos al sol, de viento de poniente o de sestante, de caricia de piel contra la de mi corazón. Momentos de baile en Chiva loca que llena de niños las calles de orgullo patrio. Allí tropecé con un ser oscuro y acomplejado, corrió a un charco cerca del Magdalena y se tragó la lengua. La tenga en su gloria, o en la nuestra. Peyuye había llegado a ver, mirar, vencer… a temer por lo que dejaba, a un nuevo aire, a una nueva excusa para olvidar el amor que duele. Nada se presenta como remedio para esos males que dan en la Diana, en el centro, flechas que se clavan cuando menos te lo esperas. Mami, la Mami de tres y uno que llegó criado, dijo que pasaba, y que se entregaba a los brazos de los dioses, que decidieron con fuerza devolver el soplo y el fuelle necesario para luchar contra una EPOC de Refinería Ecopetrolera. Y vuelve, con todo el brío, en unos días cumplirá más, y estará más bonita… Todo contamina, ellos nos matan. Sólo el amor, su Amor, el de los que la miman, es capaz de vencer la enfermedad y la soledad. Entrega, amor a raudales, verdad desde dentro, desde el agua de nuestro cuerpo. Una realidad que en nuestro maravilloso mundo no existe, simplemente el amor por los mayores, se traduce en el cariño por las expectativas: ¿me dejará la mecedora?

Aterrizas en medio del todo. Hay que pedir perdón por no haber traído a España, desde las Españas, la educación, el respeto, el amor y la entrega por los suyos, por sus viejitos. Son el eje central que une a las familias: Madres y Padres entregados, con sus defectos y devaneos, pero perfectamente unidos ante sus mayores. Cualquier cosa es una familia, ¿o no? Dejándonos de genuflexiones, allí encuentras familias, en las que sus hijos renuncian a buscar una mejor vida para atender a los suyos, para demostrarles lo qué es el Amor, y devolverles todo lo que les dieron y enseñaron.

Huele a aceite de coche, me pesa la lengua, me han llamado para ir a pasear y hablar en emisoras locales, hay una reunión en la UNIS y quieren que les hable. Lo haré, me honra… nadie está más interesado que yo en pasarlo bien, y en las universidades latinas siempre lo he pasado muy bien, es donde más te enseñan, aprendes de las caras inocentes de los que no saben la que les espera. Ocuparon los gringos, consintieron los otros y hoy la refinería encima del río, liberando dioxinas a la Selva… ¡locos! No va a haber mundo para gastar todo lo que se gana innecesariamente y en contra de nuestra Madre Tierra. En qué lo van a gastar, con un mundo por resucitar.

Hay lugares de la Tierra que nos enamoran, a mi todos. En Barranca Bermeja, los Barramejos viven de cara y espalda a una auténtica tortura para sus gentes.

Claudio Vallejo Aguila Real escudriña los rincones de mi cerebro empobrecido por la censura de un mundo al que amo, pero que persigue a aquellos que no están en la fila de los apesebrados. Dice: ¡Medellín es tu ciudad!… Nooo, ¿o sí? Volveré a disparar al centro de la Diana. ¿Acertaré?