Gusto

El Gusto es una convención, el mal gusto una realidad

ADIÓS ABUELO

Era por la mañana, a las ocho. La abuela esperaba el silbar de la cafetera que anunciaba que el abuelo se levantaba. Se fue directo, con mucho aturdimiento al salón. En su sofá se sentó a esperar. En breve la abuela llama a uno de sus hijos, dicen que un inútil sin sangre, sin amor… Llega y anima al ‘viejo’. Pero le había llegado su hora. Se recuesta y con cara de paz cierra los ojos.

Un pequeño infarto le había dejado ahí, a la espera de los primeros auxilios que le habrían sacado adelante. La abuela llama desesperada, la engañan y dicen que ya va la ambulancia. En la cuarta o décima llamada, que lo mismo me da, es cuando la anuncian que irá el médico del ambulatorio a certificar el estado: MUERTE.

A las 15 horas aparecen tres médicos, a falta de uno, y al ver el ambiente se refugian en una habitación y desde allí mandan a todos a buscar los papeles del certificado. Vienen corriendo de la farmacia, los tres de se han ido a tomar unas cervezas para celebrar. Nadie lloró, todo era mentira. Pero era, fue mi ABUELO.