Gusto

El Gusto es una convención, el mal gusto una realidad

RECUERDO SU CALOR (RSC)

RSC republica dominicana

Uno de los lugares que visité hace unos años, desde un hotel con pulsera del todo a cien de Hesperia fue La Española, Santo Domingo, la República Dominicana. Allí me enteré de que la esclavitud sigue cada día más viva, esclavos aplastados por la RSC de grandes grupos operadores a los que se la suda los que llevan allí cien mil vidas, lo compran y lo destrozan, ¡anda como los buscadores de oro de Alaska!... el sometimiento lo pude refrendar en Maldivas, donde los lugareños trabajaban metidos en el agua para proteger los islotes del rolar de la mar.

A la llegada te recibe un montón de gente, que van vestidos para la ocasión, bailan como si fuera la primera vez, y te miran con cara de ¡que bien que has venido a vernos! Lo primero es quitar el calor del viaje desde el aeropuerto, que en nuestro caso fue eterno; carreteras inexistentes, motocicletas con cabra incluida y tres paisanos colgados de los brazos de la segunda madre. Una buena piña colada lo arregla todo.

Y estando allí era como si el espíritu de mi abuelo Gerardo viniese a recordarme que por allí, o por México… allí había algo que me era mucho más que cercano, era una experiencia que ya había vivido, pero en otro tiempo, con otras gentes y olores, algo más puro y angelical, menos mundano y alejado de la dolarización del todo.

Llevaba a mis dos pequeños que vivían con asombro ver como los que nos habían recibido al rato estaban en la piscina.

Unos te daban clases de buceo, otros de bachata, llevaban las bebidas, las comidas… siempre con una sonrisa, siempre los mismos. En este tipo de ‘super hoteles’ les impiden a los trabajadores trabar cualquier tipo de relación con los clientes. La verdad es que al día siguiente éramos amigos de medio hotel… jajajaja…

Conocí a una mujer de la que ni recuerdo el nombre. Sí que trabajaba de sol a sol, que vivía a 300 kilómetros de sus dos hijos (8 horas de viaje en el mejor de los casos), que lo hacía en una chabola, que ganaba ‘dosientos dolal a la quinsena’, que vivía en el hotel… Era imposible imaginarse dónde vivían. En la parte de debajo de lo que está más bajo, semienterrados, con tragaluces y baños que generaban repugnancia. Con los aparatos de aire acondicionado de enfriar las habitaciones del hotel apuntando a sus acaloradas vidas. Cuando no mal vivían encima de la lavandería, donde las temperaturas hacían frescas las estancias de Satanás.

Le pedí que me dejasen ver las habitaciones de los trabajadores y las cocinas, y el director del hotel me puso una guardia especial para que no me moviese demasiado… jajajaja… Menudo tolili el encargado de la RSC del hotel… Nos colamos en las habitaciones, grabamos un poco de lo que allí había, animamos a los trabajadores a que exigiesen sus derechos ante los directivos del hotel, y en menos de 48 horas se convocó una manifestación entre los trabajadores de los hoteles de costa…

Es cierto que aunque no consiguieron nada, cosa que no es verdad, al menos se pudieron bañar en sus playas, al menos el tiempo que me dejaron quedarme, porque todo se convirtió en unas vacaciones un tanto caóticas. Lo siento, pero no trago con el maltrato a un animal, pues a un ser humano… ¡Que puta RSC!