Locura y desolación
Los sucedidos de CATALUÑA o CATALUNYA están llevando a la sociedad española, a toda, a un rincón en el que hasta un gato desdentado y desuñado te sacaría la vida por las vértebras.
Dolor en silencio, incomprensión. Hablamos una lengua común, ellos tienen la suerte de hablar encima la bella lengua de Josep Pau Ballot, Esteve, Lacavalleria, Petit… Una gran suerte, un bello paseo por cualquiera de sus encantadoras ciudades, en las que te ofrecen de todo: paz, ilusión, sueños, amor, descanso, paz, paz, paz… ¡Incomprensible! No me quiero sentir extranjero en Las Ramblas, no quiero renunciar a mis amigos catalanes, a los que adoro y considero de los de verdad, porque su hijo, el mío, el hermano, o su padre… ¡De qué hablamos!
Es cierto que se han pasado por la piedra todo, pero es el resultado del silencio de los borregos, a los que nos someten los políticos y sus medios de comunicación. No consiguen nada, pero unos ganan, y los otros se justifican… ¡Quiero morir en Barcelona, con vistas al Mar de Gaudi, al sol de Joan, y vivir la adorable y excitante linealidad torcida del dios de la provocación! Por cierto, nadie tiene la razón, La Razón absoluta no existe, ni en el universo colgado de otros, en los que se repite la locura… ¡ALTO! Quiero volver a San Petesburgo a por la llave de mi corazón…