LA VERDAD DE LA MALAYA
HISTORIAS DE MARBELLA (I)
La vida mira que da vueltas, ayer hablaba de los inquilinos de El Sur de Madrid, todos santos, todos buenos, para echarlos al arroz. Pero, la CORRUPCIÓN en España se conoció bajo el nombre de Operación Malaya. Una intervención policial/judicial, en la que los verdaderos causantes del daño siguen libres, y los que salieron haciendo el mamarracho lo están pagando por todos… Sofico, Malesa, Filesa… ¡La eterna canción!
Estaba de vacaciones en Almería-Vera cuando un despacho de abogados de Marbella, creo que se llamaba Albiñana-Suárez de Lezo, que eran clientes de mi ex mujer la llamaron para comentar que había una asociación de empresarios que quería contactar conmigo, porque el alcalde de Marbella, Julián Muñoz me quería conocer. La historia es algo más larga, pero paso de extenderme en extremos que no aportan nada a este divertido relato.
Mi alegría por pisar charcos tropezaba con las vacaciones de mis hijos, pero el gusanillo de conocer a estos individuos en su jugo era más que apetecible. Hay una asociación de comerciantes muy potente en Marbella que se llama el CIT. Ellos fueron los que mediaron para que me viese con Julián Muñoz, hacía unos días que Jesús Gil le había abandonado a su suerte, y, él enamorado como un cabestro no tenía ya ojos para nada. Estaba loco por ella. Julián vivía una eterna primavera, la gente le quería, saludaba, jaleaba… Y él con Su Gitana…
Como me enteré de La Malaya
Había estado antes con un tal Carlos, que trabajaba en Onda Cero y me llevó a ver a un azafato multimillonario que había heredado, junto con un compañero, la finca de una anciana norte europea, mujer muy rica y caprichosa… ellos pretendían construir cientos de casas unas encima de otras, abarrotadas… Fueron a ver a Juan Antonio Roca y cuando les planteó los términos del acuerdo con el Ayuntamiento de Gil, los azafatos decidieron dar un paso al frente…
Entré con Carlos en unas oficinas que estaban en un alto desde el que divisaba Banús, hasta ese momento eran las oficinas más horteras y recargadas que había visto. Un señor de pelo rucio nos recibió con gran cariño en la entrada. Te daba una mano y te hacía un análisis de bacterias del estómago, era un tipo con mirada distinta y con un cabreo que no se tenía en pie. Nos contó que estaba harto y que ‘estos papeles, refiriéndose a un mazo de casi un metro de altura, van a ir mañana a la Fiscalía Anticorrupción. ¡Ya está bien!’, concluyó. Flipé, y el tal Carlos me miró con ojos de: ‘asistes al nacimiento de LA MALAYA’…
Julián Muñoz era un tipo populachero, más inteligente de lo que aparenta, y un gran relaciones públicas. No había en Marbella vendedor de la ONCE, lotero al uso, borrachín de esquina o terraza que no le saludase. Sin olvidar a mujeres del pueblo de Marbella de las de toda la vida que se cruzaban con él y levantaban la cabeza para indicarle que su hijo seguía enganchado y peor.
En una de estas asistí a un hecho muy humano por parte de Julián, ayudó a una mujer a pagar (por cuarta vez) el ingreso de su hijo en un centro de desintoxicación.
Un tal Dan Ortuño, que era gerente de Marina Banús, un centro comercial que está enfrente al gran Corte Inglés (del que contaré un par de precisiones urbanísticas), me habló de la necesidad de dar a Marbella una nueva imagen, un nuevo rumbo… y apuntó que según estaba la vida política marbellí, la única salida era aupar a Julián hasta que las cosas volvieran a la normalidad. A ellos les preocupaban la imagen, el nombre, la marca MARBELLA. La UCO y la UDEF ya estaban sobre la pista y la habían dado nombre… Lo que se hiciese después sería inútil. A Marbella se le había hecho un daño irreparable desde la llegada del GIL que sólo su nombre y prestigio mundial podrán recuperar en tiempo récord.
Y me quedo aquí, en Marbella a punto de conocer a Julián Muñoz. Más tarde llegaría Isabel Pantoja, la no entrevista de Piqueras en Antena 3, los tres apartamentos del Guadalpín, los pagarés de Aifos/Tremón, las depresiones de la Tonadillera, los dos viajes fantasmas a Madrid… Todos dicen que la pareja nunca han pagado, ni pagan, ni pagarán… Isabel es de esa gente que cree que por el hecho de ser quien es, ¿quién es?, tiene derecho a que todo sea gratis. Menos mal que no se casó con un Urdangarín… Aunque pretendientes hubo…
HISTORIAS DE MARBELLA (II)
EL APARTAMENTO DE GUADALPÍN
Ayer me quedé dando vueltas a las mil historias de Marbella y su Malaya, que es una copia casi exacta de lo que ha pasado en el resto de España. La diferencia es que en lugar de hacerlo los dos grandes (PSOE, PP) lo hacían desde un partido que sólo el nombre ya suponía un acierto y un cachondeo en sí mismo: Grupo Independiente Liberal (GIL), del que su presidente, Jesús Gil escapó, como de los Ángeles de San Rafael ¿verdad Merino?, donde regaló a troche moche chaletes a todos los que asomaron el hocico. Los procesados, al final, eran todos sirvientes y segundos del gran Jesús. Gil abandonó nuestro mundo dejando a más de cuatro con ganas de ajustarle las tuercas.
Marbella se había convertido en un auténtico descontrol y un lodazal de CORRUPCIÓN, todos, todos estaban pringados. Los empresarios habían hecho el agosto para cien años, pero se daban cuenta de que la verdad estaba muy lejos del oropel que les vendían desde el Ayuntamiento, con su policía a caballo, las motos nuevas, medios sin fin para crear una guardia de corps alrededor de Gil, que más parecía el embrión de un ejército. La llegada a saco a los pueblos de alrededor y ganar aplastando las elecciones… la seguridad de conseguir Ceuta y Melilla y pactar con el Moro… Un gran casino en aguas internacionales regentado por la mafia rusa… Gil era mucho más inteligente que pillo, y pillo era un montón. Las gentes de Gil con Juan Antonio Roca al frente se dieron cuenta de que Julián Muñoz iba a cambiar todas las ‘normas de la familia’ a la hora de los repartos. Aquellos que hayan escuchado a los ediles y a Julián hablar de cómo lo hacían, era muy fácil y tenía reglas y normas que hacían que estuviese INSTITUCIONALIZADA LA CORRUPCIÓN. El que firmaba (testaferro-firmón) se llevaba un tanto por ciento pequeño, dependía del cargo o la delegación, otra pequeña parte iba destinada al pago de concejales de otros grupos políticos, aquellos que con su firma autorizaban el ‘acuerdo’. Del resto, que según comentaban era siempre más del 40% se hacía cargo Roca que lo mandaba a Suiza a una cuenta numerada de la familia. Roca pidió verme en la prisión de Alahurín de la Torre, al poco de ingresar en prisión y, según me contó su mujer, le negaron la posibilidad. No tenía intención, ni lo había pedido, pero me pareció interesante, había visto mucho y estaba sorprendido al ver como los verdaderos instigadores y consentidores se hinchaban a dar licencias desde la Junta de Andalucía y a cobrar mirando a otro lado. Como ocurriera con notarios, abogados, arquitectos, periodistas… todos en la misma salsa podrida.
Podría entretenerme mucho más en cualquiera de estos apartados, aportando detalles la gran mayoría divertidos, pero sería interminable, y lo contaré en un libro de ¿memorias? (jajajajaja).
En el Guadalpín
Había llegado a la empresa AIFOS, que era la gestora y propietaria de gran número de apartamentos (*) del conocido Hotel Guadalpín. Les llamé porque había tenido noticias de que tenían problemas con el Ayuntamiento porque se habían pasado de altura, ocupación, fachadas, retranqueos… En aquel momento era director de Comunicación y Marketing un vasco de una pieza que se llama Gorka Zamarreño. Su trabajo consistía fundamentalmente en mantener una serie de medios cercanos a su empresa para que contasen los logros, y hacer otros propios en los que contaban los cientos de millones que tiraban por la ventana con conciertos de Julio Iglesias, La Pantoja… Le comenté a Gorka si me podía facilitar los datos de la construcción del Guadalpín, la ficha técnica del edificio, etc… Venía a Madrid muy a menudo y se plantó en mi despacho con sus grandes zapatones y su corazón que no le entraba en el pecho, y me contó tímidamente una parte importante de la verdad. Le escuché y me quedé con una serie de datos que eran importantes para mi trabajo en aquel momento. En unas semanas Gorka me llamó, me dijo que estaba interesado en apoyar un proyecto que llamamos PRMarbella y que desde AIFOS querían que se supiese toda la verdad. Bueno, la verdad es que debía ser él el que quería que se supiese todo, sus jefes pensaban de otra forma. Nuestro acuerdo, que nunca se pagó y terminó en los juzgados antes de la quiebra de AIFOS, incluía el pago de 3.000 euros al mes al tal Carlos de Onda Cero. Él sí cobró.
Me levanté en el Guadalpín en la habitación de al lado de la que en horas sería de La Pantoja, en otra planta, ya no recuerdo, había otro piso para Julián, y otro para su ex mujer Maite Zaldívar. Que por eso el día que la echaron a patadas del Guadalpín reclamaba ‘su piso’ –que por cierto quedó destrozado-. Bajé al hall del hotel y me encontré a Julián con Isabel y los dueños del Guadalpín. Julián estaba pletórico y miraba a todos lados como si fuese de nacimiento el andar por aquellos mármoles y moquetas. El ofrecimiento era claro: ‘Tres apartamentos de Guadalpín y se acabó el problema’. A Julián que me preguntó ¿qué hacía? Le dije si se quedaba un apartamento de estos iba a ir cien años a la cárcel y encima no iba a ser tuyo. ¡Eres gilipollas!, le dije. No firmó, y sí lo hizo Isabel Pantoja.
He oído en televisión a muchos compañeros que se sabían esto de oídas, Paco Luis, que era el RRII de AIFOS, estaba allí, con Gorka y ellos pueden dar fe de lo que aquí cuento, la verdad es que no he hablado con ellos, pero la verdad siempre prevalece, le guste a quien le guste.
El apartamento de La Pantoja se firmó, y no puso ni un duro encima de la mesa. Esa es la verdad, la única verdad.
(*) Apartamentos con más de cien metros, cocina, dos dormitorios, salón, todo ello a la última y jacuzzi y terraza de otros cien metros.