INJUSTA Y TARDONA
En mi vida he pasado cientos de veces por los juzgados.
Todo empezó con los de la Púnica, que se dedicaban a pasear mis artículos y periódicos por los juzgados de Aranjuez, Pinto, Parla… Después muchos más con nuestras informaciones sobre El Quiñón de Seseña, donde El Pocero, Francisco Hernando nos forró de querellas y demandas por contar lo que los demás cobraron por callar. Esa es la pura (con t) realidad.
Siempre es incómodo ir a un juzgado, más cuando al juez le da lo mismo, está en su problema, en su casa, en su vida… Y, ¿tendrán días malos? Sólo hay que pasear por los de la Plaza de Castilla para ver que la justicia es penosa, sucia, y no es igual ni parecida para los que la tenemos que sufrir. De qué me van a defender a mí los fiscales, ni llevando delante a Satán. Justicia para todos, dactilografía…